domingo, 8 de septiembre de 2013

¿Qué profesor chileno queremos formar?

¿Qué profesor chileno queremos formar?

Si bien el gobierno se encuentra concentrando sus esfuerzos para mejorar las facultades de pedagogía hacia la modernización de las carreras, aquello debe estar alineado con el profesor chileno que queremos formar.
El Dínamo
24 de julio de 2012
Por: Jimena Saavedra

Jimena Saavedra
Enseña Chile
Ver columnas »Profesora de Historia y Ciencias Sociales.
Profesional Enseña Chile 2010-2011.
Realizó clases en el Liceo Ing. Juan Mackenna O’Reill de Puente Alto. Actualmente, trabaja como Directora de Formacion Inicial en Enseña Chile.
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Me pregunto esto a propósito de uno de los temas centrales del informe de la Comisión Investigadora sobre el funcionamiento de la Educación Superior, que liga a ciertas universidades con el lucro, foco de atención para la opinión pública y los medios de comunicación.
Yo voy a algo más puntual, pero profundo. ¿Cómo funciona la acreditación de las Facultades de Pedagogía de nuestro país? ¿Cómo estamos formando a nuestros futuros profesores?
Esta sí que es una pregunta vital, y la respuesta debiese hablar de una visión de país y por ende, una política pública relacionada a ello.
Soy profesora de Historia, víctima de la nociva malla “cuatro años de licenciatura, una de pedagogía”, tan nefasta para la formación de docentes de “calidad”.
Cuando me titulé decidí entrar al programa de Enseña Chile, fundación que inserta profesionales para hacer clases tiempo completo por dos años en contextos de riesgo social.
El año pasado, por la fundación, participé en una propuesta para el Mineduc sobre mejoras urgentes al sistema educativo nacional.
El foco de mi grupo apuntaba a pulir los criterios de acreditación para las carreras de pedagogía.
Me costó reponerme de la sorpresa al enterarme que el Centro de Investigación Avanzada en Educación de la U. de Chile (CIAE) estaba recién terminando de definir los criterios para las carreras de Pedagogía Básica y que sólo desde hace dos meses contábamos con los estándares mínimos que deben “orientar” (ni siquiera regir) a una Facultad de Educación para formar a sus profesores de Educación Media.
O sea, no sabíamos con certeza hasta ahora, a nivel de Estado y Política Pública qué tipo de profesor queremos formar.
Lo anterior me lleva a la siguiente pregunta, ¿cuánto había importado hasta ahora -a nivel de política ministerial- cómo se forman nuestros profesores?
Creo que el modelo de formación que desarrollan hoy en día las facultades de Educación no profundiza lo suficiente el tema del liderazgo pedagógico, se forma muy poco a los profesores en competencias blandasmotivación de estudiantesvisiónmetas,seguimiento de logros.
Creo esto fundamental en la formación, trabajes en un colegio municipal o privado.
Al estar trabajando como profesoraen un colegio vulnerable, me di cuenta que para ser profesor de colegio municipal debes ser capaz de motivar a tus alumnos para que estudien.
Debes ser capaz de movilizarlos para que se atrevan a soñar un futuro, para que seproyecten y aspiren alto, para que se enfoquen hoy en lo que tienen que hacer para lograr sus metas de mañana.
Puede parecer una postal rosa pero es mucho más que eso, pues para llevarlo a cabo requieres planificación y estrategias sistemáticas y efectivas.
Convencer a un adolescente de 15 años que sí se puede y que sí tiene sentido intentarlo, no es fácil.
La pregunta entonces es : ¿Te enseñan las facultades de Educación a trabajar en contextos de riesgo social?
¿Te forman para liderar a estudiantes muchas veces desmotivados y con muy baja autoestima?
Podemos seguir sorprendiendonos con los resultados de la prueba INICIA donde sólo el 50% de los evaluados tiene conocimientos pedagógicos de Educación Básica aceptables y un exiguo 8% destaca, pero el problema es sistémico, al igual que la solución.
Si las facultades de Educación funcionan sin acreditación y pueden enseñar lo que se dé la gana no seamos tan lapidarios con los vergonzosos resultados de la Prueba Inicia.
Si bien el gobierno se encuentra concentrando sus esfuerzos para mejorar las facultades de pedagogía hacia la modernización de las carreras, aquello debe estar alineado con el profesor chileno que queremos formar.
Pero si de verdad queremos llevar a los mejores profesores a la educación pública, no sólo nos tenemos que enfocar en los incentivos económicos.
También es necesario redireccionar la formación universitaria hacia competencias específicas que permitan a los profesionales enfrentar mejor preparados el desafío de enseñar en entornos vulnerables.
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